*Play it Loud!
Ahora sí, ¡Feliz Navidad! Espero que la ciclogénesis explosiva que protagoniza las noticias desde hace ya un par de días os pille a buen resguardo, con vuestras personas favoritas cerca y los estómagos bien felices.
Ojalá los deseos de cosas buenas pudiesen llegar a todo el mundo. Ojalá todo aquel que llegue a leer esto tuviese la posibilidad de mirar a su alrededor y encontrar un motivo de peso, una razón a la que regalarle una sonrisa.
La Navidad es ese día tan históricamente etiquetado de familiar y feliz, en el que no vale comer pizza o tortilla de patatas, en el que la tele te enseña que el kilo de angulas ronda los 900 euros y que el árbol ha de amanecer rodeado de regalos. En el que te dicen que lo normal es tener una familia como las de las pelis americanas y que seáis cuarenta para cenar.
Pero entonces descubres que en Navidad pasan cosas como el desahucio de un Banco de alimentos, familias que, si pueden, tiraran de las sobras de una nevera vacía y niños a los que Papá Noel no podrá visitar. También hay recortes de derechos, medidas regresivas y amenazantes subidas de la luz.
Y entonces no puedes sino ser feliz a medias, porque miras alrededor y ves razones por las que sonreír y deseas que todo el mundo pudiese tener una, o muchas. Porque no entiendes por qué no pueden tenerlas. Porque no se trata de ricos y pobres, se trata de todos nosotros. De ti, de mí y de las personas de nuestra vida.
Y, ¡qué narices! Claro que quiero unas Navidades de villancicos, felicidad y amor. Y un poco de justicia para todos. Así que mi deseo para este año que llega es el de un cambio de rumbo que nos regale a todos la humanidad necesaria para dejar de mirarnos el ombligo y entender que nos necesitamos los unos a los otros, y que quienes merecen ser salvadas, por encima de todo, son las personas.
Desde aquí, muy Felices Fiestas y, si la tienen cerca, aférrense a su razón para sonreír.
Pues si, como dices, es un poco duro ver en la tele esos anuncios de familias idílicas y felices, en un casoplón de escándalo, un arbol gigante y regalos carísimos, cuando acabo de leer que 3 millones de familias no tienen ni para encender la calefacción esta Navidad. En mi caso ese sentimiento de felicidad a medias aumenta cuando pasas la nochebuena trabajando en el hospital y ves que cuando falta lo más importante, la salud, todo lo demás no importa nada… cuando ves familias destrozadas por un maldito accidente de tráfico o una enfermedad repentina…
Tenemos muchos motivos para sonreír y para luchar, porque estamos sanos, tenemos un hogar, tenemos una familia y (más o menos) un trabajo para ir tirando y pegarnos hasta algún caprichillo…
Ojalá el año que viene todo el mundo pueda decir lo mismo, ojalá se vayan los culpables de esta maldita situación y salga un poco el sol para tantas familias que lo están pasando mal… Mientras tanto seguiremos poniendo el granito de arena como podamos y luchando para decirle a nuestros dirigentes que así NO.
Feliz Navidad para todos y un abrazo grande!
Amén. Y que los granos de arena se multipliquen. Si no lo hacemos juntos, poco podrá hacerse. Un abrazo.
Verdad verdadera de lo que está ocurriendo,pero si es verdad que hay un DIOS y existe pues yo solo le pido que se cumplan tus deseos,con eso me conformo.
Y no es poco, así que a luchar por ello. ¡Un besote!