Épocas de toros que corren tanto que siempre me acaban pillando, de musas salieron a comprar cigarrillos y nunca más regresaron, de relojes que engullen las horas como si el día ya no tuviese veinticuatro (¿seguro que el gobierno no ha hecho recortes en el tiempo?). Me salto citas a las que no quiero faltar y no es por falta de ganas.
Podría daros mil excusas más que no lo son tanto, pero tampoco voy a convertir esto en el cajón de mis frustraciones acerca del espacio y el tiempo. Así que sin más me asomo, para no faltar también a la cita del viernes, y lo hago pensando en sol, calorcito y helados, que es a lo que invita esta ola de calor que nos ha pillado casi in-fragantis, con el armario a medio camino entre la primavera fresquita y temperaturas más propias del más fuerte de los agostos.
Yo empiezo a arrastrar un maravilloso resfriado, producto de la combinación de aires acondicionados y el ‘terral’ malagueño (esa sensación de que al salir a la calle te plantan cien secadores con viento caliente en la cara), y no puedo más que pedirle al reloj, que ahora sí, coja carrerilla y se plante en las seis de la tarde, para regalarme un buen puñado de horas de no hacer nada por obligación.
Y pese a no estar obligada yo me prometo sentarme con la agenda y poner orden en mi vida creativa, antes de que las vacas se hagan más flacas. Ordenar todos los proyectos que tengo en mi cabeza y darles forma, para así poder empezar a compartirlo con vosotros, que de eso sí que tengo ganas. Y dejar de lamentarme porque las musas vuelan y el tiempo corre, coger al toro por los cuernos y recuperar la calma.
Pasad un fin de semana genial.