El post de hoy es uno de los más especiales que he escrito hasta la fecha, y es que, a veces, estar metida en este mundillo creativo te da la oportunidad de participar en cosas muy grandes, aunque quepan en un bolsillo. El día que publiqué mi Puzzle DIY con aires románticos, Paula me contactó para decirme que le había gustado mucho y que quería que hiciese uno para regalárselo a su madre el primer domingo de mayo.
La mamá de Paula tiene Alzheimer, y ambas luchan por guardar bajo llave los muchos recuerdos de su vida en común. Desafortunadamente, la ciencia no avanza todo lo rápido que quisiéramos y aún no existe un remedio infalible que nos permita frenar el olvido. Por eso, casi por encima de todas las medicinas que las personas que sufren esta enfermedad requieran, una de las cosas más importantes es el apoyo personal y el esfuerzo por mantener la memoria activa. La constancia y el amor como vacuna.
Paula me contó que una de las actividades que lleva a cabo con su madre es la de montar puzzles de pocas piezas, para así conseguir estimular la mente, y al ver el mío, había pensado que sería un gran regalo poder darle uno en el que saliesen las dos y que de esta forma, cada vez que uniese las piezas, pudiese recordarse junto a ella. Sólo me puso un requisito. Que las sacase bien guapas.
Casi no hace falta decir que ha sido uno de los dibujos a los que más cariño he querido transmitirle, con la esperanza de que al menos un poquitín del mismo supiera saltar del papel y hacer que el regalo fuese muy especial.
Muchas gracias, Paula, por dejarme ser parte de algo tan grande. Para lo que necesites, silba.
Nos leemos el viernes.