Canciones desafinadas

Si te vas, Extremoduro - lámina#PlayItLoud!

Hace un par de días paseaba por las calles del centro con mi amiga Luisa y entre nuestras conversaciones encadenadas, serias y banales, se coló la voz de una chica que cantaba mientras caminaba acompañada de un par de amigos. Tenía una voz preciosa, bien digna de superar audiciones a ciegas y ser etiquetada de «monstra» por Rosario Flores (sí, reconozco que me enganché a la primera edición de La Voz).

No sabéis qué envidia me da la gente que canta bien. Ya sé que no está bonito eso de decir que una siente envidia, pero a veces pasa y poco se puede hacer por remediarlo. Y le decía a mi amiga, porque a ella también le pasa, que qué injusto es que te maraville cantar y no poder hacerlo bien, desafinar, ahogarte con el más grave de los agudos. No vale. Especialmente cuando una no sabe vivir sin música y cuando cantar a pleno pulmón te ayuda a liberar tensiones y a que entre subidón.

Yo canto mucho, sobre todo con música de fondo. Canto con fuerza y sentimiento en el coche, cuando voy sola, y puedo subir el volumen a tope para atreverme incluso con el más agudo de los agudos, aunque me ponga roja como un tomate. Canto en casa mientras dibujo (nunca mientras escribo, porque no puedo escribir con música), mientras cocino o cuando la canción de un anuncio me gusta (también cuando no, pero eso da bastante coraje, porque a ver quién te la saca entonces de la cabeza), y mi Señor Wayne, que es un encanto, nunca me dice que lo hago mal (tampoco me dice lo contrario). También canto cuando escucho música con auriculares, aunque esté en un sitio con gente, pero esto lo hago sin darme cuenta. Y, por supuesto, canto sin miramiento alguno con un par de copas encima, ahí canto lo que me echen, desde Paquito el Chocolatero a Los Chichos.

Y ya os he contado alguna vez que de pequeña creía cantar bien, y hasta llegué a protagonizar un par de actuaciones musicales (menos mal que por aquel entonces no existían los móviles, ni las cámaras de fotos con vídeo, ni el youtube…). También cantaba en el coro del colegio, aunque no me olvido de aquel año en que me pasaron de la primera a la última fila, con los de relleno. A mí me gusta contar que me cambió la voz, y que sí que es verdad que de niña sonaba bonita, pero dado que carezco de documentos audiovisuales que lo certifiquen, sólo me queda confiar en mi recuerdo (quizás es mejor así).

Historias a parte, hoy, para celebrar este post tan músical, os dejo en esta ilustración la frase de una canción que me encanta, de esas que escuchas en bucle mientras cantas como si lo hicieras mejor que Mónica Naranjo (la primera que se me ha venido a la cabeza). Si te vas, de Extremoduro. La tenéis en el #PlayItLoud, pero también os dejo aquí la versión en directo.

Feliz fin de semana y que suene la música

fin post-

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