Hoy vengo con una idea muy sencillita, de esas que en un rato tienes lista. No era algo que hubiese planeado como tal en realidad, pero la semana pasada, en una de mis visitas a la tienda de manualidades, me hice con un paquete de pasta para modelar, de la que se seca al aire (ésta en concreto). Tenía ganas de comprarla desde hace algún tiempo para practicar algunas cosillas que he visto por aquí y por allá: muñequitos, casitas, botones, recipientes,… Lo que mi imaginación y mi maña den de sí.
La cosa es que no recuerdo haber sido nunca demasiado artista con el tema de la plastilina, creo que yo era más de hacer churros sin sentido y abandonar al poco rato aburrida y sin ninguna creación destacable. Pero como de ser niños siempre estamos a tiempo, voy a intentar redimirme por los pocos esfuerzos puestos en la técnica. Eso si, empezamos con creaciones nivel muy principiante.
Lo que quería contaros, que me lío y me voy por las ramas, es que al abrir el paquete mi primera reacción fue la de modelar figuras muy básicas (no queramos construir la casa por el tejado), un poco igual que cuando empiezas a dibujar y garabateas en los márgenes de las libretas en el colegio: corazones, nubes, soles y flores. Así que me diseñé una estampa de ese momento en el que aún llueve pero ya podemos ver el sol. Quería probar cómo iba la cosa. La textura, el tiempo de secado y las posibles formas de decorarlo una vez duro.
Os dejo esta foto con algunos de los materiales que usé para completar la obra. Ya os digo que inicialmente no tenía pensado hacer una entrada con esto, pero el resultado me pareció bastante gracioso y pensé que no estaría mal compartirlo. De hecho, si tenéis niños, me parece una manualidad fácil y bien divertida para practicar en estos días de verano.
Una vez mis figuritas estaban secas, les di color con un poco de acuarela y les dibujé ojos, boca y mofletes con rotuladores permanentes, y confieso que fue aquí cuando me conquistaron (a mí es que los mofletones rosas me pueden, debo decir).
Animada como estaba, decidí que no tenía demasiado sentido dejar las figuritas rodando de rincón a rincón de la casa para acabar escondidas en un cajón, así que me animé a crearles su propio hábitat natural con un poco de cartón, papel y acuarela. Siguiendo con el estilo infantil, reproduje uno de los clásicos de mi niñez, ese paisaje de hierba, montañas y cielo. Una florecilla, unos arbolitos y listo. Las figuritas van pegadas con la pistola de pegamento caliente.
Para hacer más limpio el resultado, también forré con papel pintado los laterales, de modo que el dibujo tuviera continuidad con el del centro, y pegué unas tiras finas de papel blanco en el marco exterior, para esconder el interior del cartón (esto último podéis apreciarlo en la primera foto del post).
Y así, con muy poco esfuerzo y una pizca de imaginación, tenemos un cuadrito en 3D con el que podemos hacer más alegre cualquier rinconcito de una habitación o incluso decorar la nevera, si le pegamos un poco de imán por detrás.
Prometo seguir practicando y enseñaros mis avances si estos dan un resultado medio decente (en mi cabeza están preciosos). Y a vosotros, ¿qué os parece? ¿Os pica el gusanillo? ¿Lo habéis probado en alguna ocasión?
¡Nos leemos el viernes!