Ya os conté, en el post de 50 cosas sobre mí, que tengo dos hermanos. Yo soy la mediana y la única chica (la niña de la casa). Mi hermano mayor me saca un par de años (si buceáis entre los posts del precioso blog fotográfico de mi cuñada Bea, Buscando la luz, podréis hasta ponerle cara) y yo le saco al pequeño algo más de cuatro años y medio, por lo que para mí siempre será mi hermano chico, aunque el enano me saque dos cabezas. Y es que tiene guasa la cosa, mientras yo ando ahí arañando el metro sesenta, que no llego a alcanzar, los dos señores llegan bien holgados al metro ochenta…
Lo cierto es que mis hermanos han sido bastante responsables de que mi infancia haya sido muy feliz. Como casi todos los hermanos nos hemos peleado mucho, cosas de niños, pero sobre todo hemos jugado un montón y, aunque ellos no se han animado nunca a participar en mis culebrones con las Barbies, yo nunca puse demasiadas pegas a lo de jugar a los ‘Click‘ de Playmobil (vale que eran unisex…) y hasta a los G.I. Joe (los yiyou de toda la vida), eso sí, a éstos últimos recuerdo yo que jugaba con una muñequita de cartón bien guapa y hacía que me disfrazaba del Comandante Cobra cuando tenía que luchar (mi hermano pequeño sólo tenía personajes masculinos, así que ese era el único muñeco que me permitía seguir haciendo el papel de chica).
Hemos pasado también rachas tontas, como ese tiempo en que mi hermano mayor y yo, que nos creíamos ya demasiado adultos, nos peleábamos porque ninguno de los dos quería llevarse al peque a la calle cuando mi madre nos lo pedía (pobre mío). O ya en la adolescencia, cuando llegaba a tener broncas de campeonato con el grande por cualquier tontería y hasta nos perseguíamos por la casa (a pesar de ello fuimos siempre de la misma pandilla mientras vivimos en la misma ciudad).
Cosas curiosas, pese a ser yo la única chica, he sido siempre la más protectora de los tres. Mis hermanos no me han dado nunca la lata con eso de los ligues ni los novios, ni a dónde vas ni a qué horas llegas, y sin embargo, yo he sido (y creo que sigo siendo…) un tanto pesada en este aspecto. Pero es de buena fe, todo se debe a que soy una ‘preocupona’ enfermiza y en seguida me inquieto (a veces demasiado).
Y ya somos adultos, cada uno vive en un sitio distinto y tiene una vida propia, no nos vemos tan frecuentemente como quisiera, pero aún así, puedo decir que mis hermanos son mis amigos y que si cualquiera de los tres necesita algo, los otros dos no tardarán más de un segundo en alargar el brazo. Y aunque pasen veinte años más, seguiremos recurriendo a las bromas de hermanos que no se entienden fuera de ese contexto, a las mil anécdotas que nunca se habrán recordado los suficiente. Y todas las cosas que aún nos quedan por compartir. ¡Os quiero torpedos! (nota mental: escribirles un whatsapp para pedirles que pasen hoy por el blog).
Mi ilustración del viernes va por ellos y así me despido hasta el lunes.
Pasad un fin de semana genial.
PD. Hoy me permito un #PlayItLoud! un tanto friki, la ocasión lo merece :)