Lunes con sabor a limón

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#PlayItLoud!

Hoy vuelvo a rendirme a mi «yo cocinillas», ese que aflora de vez en cuando y tiene predilección por hacerlo los lunes. Y es que, qué mejor día de la semana para cambiar ese regustillo amargo que a veces deja la vuelta a la rutina (sobre todo las primeras horas de la mañana). Por eso vengo repostera, con la intención de aportar un toque dulce (pero sin pasarnos) y fresco, como un perfecto día de verano (ya sé que aún no ha llegado, pero es que yo el verano lo mido en grados y por tanto, puedo afirmar que ya está aquí).

¿Y qué vamos a cocinar? Pues algo tan fácil que da risa y tan rico que hace sonreír: tartitas de queso y limón que no requieren horno, ni gelatina, ni ingredientes disparatados. La receta original la he descubierto en este post de Tengo un horno y sé como usarlo, que desde ya forma parte de mi barra de favoritos culinarios, porque sus platos son una delicia y dado que empezó su blog en 2010, imaginad si hay material para experimentar.

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Los ingredientes son ideales para dos tartas pequeñitas. Yo, en lugar de usar mini moldes, me decidí por presentarlas en dos tarritos de cristal que tenía muertos de risa en casa. Como son tamaño mini, pueden comerse de una sentada y me pareció una forma original de prepararlo.

1) Para la base (yo aquí fui un poco a ojímetro, pero os dejo las medidas de la receta para que os sirvan de guía):

  • Galletas tipo digestive o María (como prefiráis). Entre unas 5 y 8, dependiendo de cómo de grande queráis que sea la base
  • Unos 50-60 gramos de mantequilla derretida (unos segunditos al micro, pero sin pasarse)

2) Para la crema:

  • 250 gramos de queso mascarpone
  • Zumo de limón natural (medio limón estará bien, aunque podéis modificar las cantidades según os guste más o menos fuerte)
  • 50 gramos de azúcar

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¡Toca preparar!

  1. Desmigamos las galletas hasta que queden reducidas a polvo y la mezclamos bien con la mantequilla derretida. Ponemos la mezcla en el fondo del molde que hayamos elegido, apretando bien para que coja consistencia y no se desmorone al desmoldar.
  2. Para hacer la crema sólo tenemos que mezclar el mascarpone con el azúcar y el limón durante un rato, hasta que el azúcar no se perciba y nos quede una mezcla fina y suave al gusto.
  3. Verter la mezcla sobre el molde y meter en el frigorífico, donde deberá estar al menos 3 horas antes de sevirlo.

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Y ya sólo queda disfrutar de un rico postre, desayuno o merienda perfecto para esos días en que el calor aprieta. Podemos acompañarla de cualquier mermelada de frutas, aunque mis favoritas son las de fresas o arándanos y si, además, le ponemos un poco de cariño a la presentación, podemos convertirlo en la merienda ideal para una tarde de piscina o de playa, por ejemplo.

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Espero que os guste y si os animáis a hacerla, contadme qué os parece. También podéis confesarme cuáles son vuestras recetas favoritas para estos días de calor, así aprendemos juntos.

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¡Que paséis un día estupendo!

fin post-

 

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Meriendas de rechupete

*Play it loud!

Hoy suelto las tijeras y el pegamento y me pongo pastelera. La música se queda. Os traigo un dos por uno en galletas cubiertas de chocolate.

Yo nunca he sido demasiado repostera y reconozco que soy más de salado de que de dulce, sin embargo, en los últimos meses, he descubierto una extraña diversión al encerrarme durante horas en la cocina a preparar pastelitos varios. Y digo horas (y digo extraña) porque mi inexperiencia multiplica por unos cuantos los minutos necesarios para preparar estas recetas. Pero debe ser el espolvoreo de la harina, el azúcar, la mezcla de todos los ingredientes en una masa que por momentos da miedo, mientras piensas esto-no-va-a-haber-dios-que-se-lo-coma, el seguir mezclando para ver que puede que sí, que no pinta tan mal. Y el toque maestro del horno, que inunda cada una de las habitaciones de la casa de un olor riquísimo y hace crecer el pegote de masa que con mucha incredulidad hemos metido dentro. No sé, tiene algo de magia.

Una tarde de domingo me topé con una receta de galletas de No más – de mamá que pedía a gritos un ratito en los fogones (la podéis encontrar aquí), pero al no haber una sola tienda abierta tuve que modificar un poquito algunos de los ingredientes. Lo bueno de la repostería es que casi todo lo que necesitamos suele encontrarse en la despensa, por lo que, incluso si hay que cambiar algún paso, siempre puedes conseguir algo rico.

En este caso, yo prescindí de las vainas de cardamomo, usé azúcar blanca y mezclé la cobertura de chocolate con diferentes frutos secos.

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Para las galletas de chocolate negro seguí los pasos usando ralladura y zumo de naranja, tal y como indica la receta. La mitad de ellas las cubrí de chocolate con nueces y la otra mitad con pistachos. Para las de chocolate blanco, cambié la naranja por el limón y mezclé el chocolate con nueces de macadamia. La cayena les da un puntito interesante al contrastar con el dulzor del azúcar, aunque eso depende de lo amantes que seáis del picante, sin guindilla siguen estando bien ricas.

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Y una vez listas (eso sí, hay que tener paciencia y dejar que el chocolate solidifique del todo), ya sólo queda acompañarlas de un rico té, por ejemplo, y disfrutar de una buena y gratificante merendola. Y es que no hay punto de comparación entre comerse unas galletas del supermercado o degustar las que tú misma has creado a partir de la nada.

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¡Feliz puente y que aproveche!

fin post-