Se acerca San Valentín y esa es una realidad de las que pocos podemos escapar. Y es que no hace falta encender la televisión, basta con pasear por cualquier calle y que uno de cada tres escaparates te lo grite en la cara. Corazones, frases románticas (y en ocasiones demasiado manidas) te cuentan aquello de que el amor se vive mejor si se despierta al monstruo consumista que vive en ti, aunque ello signifique someterse de nuevo a la tortura de regalar sin saber qué, de comprar por comprar y de que se impriman una cantidad ingente de tickets regalo que en pocos días se traducirán en colas de cambios y devoluciones.
Esta es la cara menos romántica de San Valentín. Y por eso es la cara a la que yo prefiero no hacerle caso. Nunca he sido una ‘hater’ de este día, ni cuando estaba soltera. Pese a que soy la primera que piensa que cuando se quiere a alguien se ha de demostrar durante todo el año (vale que hay días rancios en los que no te soportas ni a ti misma, pero aún así), también soy de las que opinan que no tiene nada de malo que exista un día al que le pongamos de nombre los Enamorados. Y es que, ¿qué tiene de malo celebrar algo? Es una excusa tan buena como cualquier otra para salir un poco de la rutina y darte algún capricho.
No es que por aquí estemos planeando ninguna celebración a lo grande, pero nuestro cambio de hogar (léase mudanza) coincide con esta fecha y mira tú por donde a mí se antoja super romántico el asunto (no tanto lo de empaquetar y desempaquetar, claro). Así que mi mayor afán será añadirle un par de bandejas de sushi a la ocasión, que ya hace mucho que no me doy el capricho, y ver alguna buena peli en el salón de nuestra nueva casa.
Y es que este año (y todos los que vengan) no necesito más regalos que conservar este montón de mariposas que me revolotean en el estómago desde hace ya más tiempo del que creí que pudiesen conservarse. Porque no hacen falta regalos materiales para alimentarlas, ellas no requieren más que amor, cariño y mucho respeto. Y que el amor se celebre todos los días, eso sí, pero no hagan caso, que tampoco sufren si el catorce de febrero nos ponemos un poco más ñoños de la cuenta.
Así que aquí mi consejo: Quieran y celebren, que tipos de amor hay muchos.