Mi álter-egoblogger: temporada otoño/invierno

Álter-Egoblogger otoño

#PlayItLoud!

Ya hacía tiempo que no sacaba a pasear por aquí a mi pequeña Álter-egoblogger, y con eso de que parece que el otoño por fin ha llegado para quedarse (¡aleluya!) y los armarios han dejado de ser un batiburrillo loco de vestidos veraniegos mezclados con rebequitas de entretiempo, me he dicho que qué mejor momento para colocarle unas cuantas prendas y llevármela a pasear.

Cuando vivía en Londres, en los periódicos gratuitos que repartían por la tarde al entrar al metro había una sección en la que sacaban fotos a chicas estilosas que paseaban por Oxford Street, a las que paraban para preguntarles de dónde eran cada prenda y accesorio que llevaban puesto y por cuánto les había salido el modelito entero. Yo nunca me sentí amenazada por ninguno de esos paparazzis cazadores de it-girls anónimas, pero también confieso que nunca me he arriesgado a llevar ropa que llamase demasiado la atención. Ya quisiera yo para mí el valor de Carrie Bradshaw, pero al final como más cómoda me siento es en este estilo que me define desde hace ya un buen puñado de años.

Pero ya que este es mi blog, he decidido vestir a mi álter-egoblogger con ropa que de verdad tengo en el armario y me he propuesto jugar a ser la fotógrafa que la pare y le pida que haga una lista de todo lo que lleva puesto y de cuánto dinero se ha gastado. Así que allá vamos:

  • Gorro, regalo tejido por las maravillosas manitas de mi amiga invencible 2013, Marisa, aka Kraftcroch (valor incalculable).
  • Pañuelo para el cuello (una de mis perdiciones), comprado en el mercadillo de mi pueblito bueno (2 por 5€, señores, así quién se resiste).
  • Trenca, de Topshop, temporada otoño/invierno 2011/2012. Reconozco que esto fue más un capricho que otra cosa, porque soy un poco la loca de los abrigos. Llevaba años queriendo comprarme una trenca y en una escapada a Londres la vi en una tienda y tuve que llevármela sí o sí. Creo recordar que me costó unos 85€ (que ya duelen, a mí al menos). Lo único malo es que es tan, tan, tan abrigada que en Málaga no puedo usarla, por lo que es mi chaquetón comodín para viajes a zonas de frío polar o para cuando subo a Ronda en invierno (allí me viene de perlas).
  • Jersey, de Springfield, de esta temporada (ya os lo enseñé en Instagram), 29,99€. Flechazo de amor total, de esos que sabes que nunca olvidarás y que siempre te arrepentirás si no lo compras.
  • Vaqueros, podrían ser cualquiera de los que tengo en el armario, pero os dejo la referencia a los últimos que me he comprado en Stradivarius, por 19,95€. Confieso que odio comprar vaqueros y que nunca me quedo contenta con los que me acabo llevando. Así que si alguien conoce una marca buena, bonita y, si no barata, al menos económica, que me lo cuente, que se lo agradeceré por siempre.
  • Botines de flecos, de Kling, desconozco a qué temporada pertenecen, porque me los compré en Privalia, si no recuerdo mal por unos 30€, pero me encantan. Eso sí, tienen algo de plataforma interior y no son demasiado cómodos para largas caminatas, pero para el día a día van geniales.
  • Paraguas transparente, de Esyumi, ilustrado por mí (vale hacerse publicidad, ¿verdad?), que tenéis a la venta en su web por 17,90€ y que aún podéis conseguir participando en mi sorteo cumple-blog (no perdáis la oportunidad).
  • Tote bag cosida por mi maravillosa madre y decorada con la técnica de transferencia a tela que os contaba en este post.

Y esto es todo, vestida de los pies a la cabeza en temporada otoño/invierno (que siempre requiere mas prendas), complementos varios incluidos, por 185,43€, tampoco está tan mal, ¿no os parece? Además, así se quita una el gusanillo ese de momento estrella, pero sin pasar vergüenza, que para eso tengo a mi egoblogger de filtro. Y vosotros, ¿cómo afrontáis el frío, qué marcas os gustan, fabricáis algunas de las cosas que lucís?

Que paséis un gran día y nos leemos el viernes ;)

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Mi yo gafapasta (viernes desvariado)

nerds
#PlayItLoud!

Va, que ya es viernes, y dado que el viernes es, por lo general, el día estrella de la semana, hoy vamos a hablar de cosas simples, banales y fresquitas. Porque a veces no tiene una ganas de darle demasiadas vueltas al coco con temas profundos y trascendentales, con la que está cayendo… Así que mejor desvariemos.

Venía yo pensando que tiene gracia esto de las modas. Cómo cambian los conceptos, los significados (y hasta el idioma con el que nos referimos a ella). Cómo algo que nunca jamás de los jamases nos habríamos colocado en otro momento de nuestras vidas acaba convirtiéndose en nuestro objeto más cotidiano. Yo, por poneros un ejemplo, juré y perjuré que en la vida usaría pantalones pitillos allá por mis tempranos veinte, cuando me daban igual qué zapatos llevar porque la pata de elefante de todos los pantalones que había en mi armario los hacía invisibles al mundo, cuando mi madre me regañaba por ir «barriendo el suelo» con los bajos de mis vaqueros. Y aquí me tienen, palabritas comidas una a una, en mi ropero no hay más que skinny jeans. Ahora juro y perjuro que no habrá vuelta atrás y que nunca más volveré a usar pantalones campana (pero lo digo bajito y con la boca pequeña, que ya se tiene una bien aprendido aquello de no proclamar que «de este agua no beberé»).

Otro tema digno de mención es el de las «gafas de ver». Ese objeto que en nuestra niñez era el peor de los estigmas y te convertía en un «gafitas cuatro ojos capitán de los piojos». A mí me pusieron gafas con trece años y me negué a usarlas, ni siquiera en clase, y así estuve hasta los diecinueve, cuando mi madre accedió al fin a comprarme unas lentillas, pero a esas alturas mi miopía se había multiplicado ya por cuatro y gracias a ello ahora no veo tres en un burro. Hoy en día, sin embargo, la gente usa gafas aún sin necesitarlas, incluso sin cristales, y cuanto más grandes mejor. Yo misma tengo las lentillas muertas de risa en el armarito del baño desde hace cosa de un año y medio, cuando el señor Wayne me regaló las gafa-pastas preciosísimas que luzco a diario (aunque nunca me dibuje con ellas…).

gafapasta

Y de esta forma, usar gafas ha pasado de ser cosa de empollones  o «calculines», a ser lo más trendy y cool del momento. Ahora todos queremos tener nuestro punto nerd y los más modernos y estilosos se convierten en hipsters. Los tiempos cambian y aunque las modas de épocas pasadas siempre vuelven, jugamos a mezclarlas todas y conseguir un aire vintage maravilloso… No sé que opinión os merecerá a vosotros todo esto, pero yo le veo un lado no sólo bueno, sino fantástico y es que, básicamente, esto nos permite vestir como nos plazca, ser naturales, improvisar. Cosa que a mí, que hace mil años mil que me desconecté de las tendencias, me viene genial.

Y hasta aquí mi desvarío del viernes. Sólo me queda daros las gracias por dejarme compartirlo con vosotros e invitaros, como siempre, a comentar. ¿Qué pensáis de la moda en estos tiempos que corren? ¿Qué cosas os encantan y qué cosas os chirrían? ¿Cuál es vuestro estilo? El apartado de comentarios es todo vuestro.

¡Feliz fin de semana!

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Básicos de temporada

outfits otoño

#PlayItLoud!

Sí, ya lo sé, ando un poco plasta con esto del otoño y seguro que sois muchos quienes aún queréis disfrutar de los últimos coletazos del verano. No me lo tengáis muy en cuenta, pero es que una cosa lleva a la otra.

Termina agosto y una se pone a comprar muebles para la casa y esto le lleva a hacer una limpieza de armarios prematura y cuando al fin va teniendo perchas y cajones libres, pues mira el calendario y se da cuenta de que será mejor ir pensando en los básicos para la nueva temporada, que no es otra que el otoño. Seamos prácticos, invertir en ropa de verano a estas alturas, no tiene mucha lógica.

Así que hoy quería enseñaros algunos de mis básicos para cuando acaba el calor y os propongo, si os apetece, que me enseñéis, contéis, ilustréis los vuestros. Quién sabe, igual nos inspiramos mutuamente.

Si hay una prenda capaz de llevar la corona de rey en mi armario, esta cae, sin duda, sobre los pantalones vaqueros. Ya sean claros, oscuros o de colores (en mi caso, no muy cantosos, aunque he tenido épocas), los vaqueros están presentes en la mayor parte de mis combinaciones diarias. Y es que, ¿acaso existe una prenda más ponible?

Tampoco faltarán en mi armario camisetas y jerseys a rayas, oscuras para el otoño/invierno (tengo muchos, pero nunca, nunca serán demasiados) perfectos compañeros de unos vaqueros azules y unas zapatillas cómodas (sí… unas Converse…).

Otra de las prendas que me pirran son las rebecas grandes y amplias. He de confesar que la ropa pegada y yo hemos tenido una relación de amor-odio desde mi adolescencia. Nos toleramos cuando no hay más remedio, y sucumbo a algunas de sus variedades, pero, por lo general, mis ojos se van detrás de la ropa cómoda y poco ceñida cuando entro a una tienda. Estas rebecas van genial con vaqueros o también con unos leggins negros (siempre y cuando la rebeca me tape el culete, esto es obligatorio).

Los vestidos, por supuesto, esenciales en cada una de las cuatro estaciones. En otoño ya con medias tupidas y unas botas o botines, que también podríamos usar con el modelito anterior, si queremos ser prácticos. Este año tengo la intención de buscar patrones sencillos para crear yo misma algunos vestidos con mi preciosa nueva máquina de coser (os mantendré al tanto si el resultado es satisfactorio).

Y por último un buen bolso, uno bien grande, donde puedas guardar el móvil, una libreta, un libro y, si me apuras, hasta el ordenador (que ya se nos caiga el hombro es otra cosa) y fácil de transportar, con asas cortas y también largas. Si hay que elegir color, para mí uno marrón chocolate.

¿Qué os parecen mis básicos? ¿Coincidimos en alguno? ¿Me contáis/enseñáis los vuestros?

Disfrutad del día.

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Mi álter-egoblogger y el verano

Álter Egoblogger summer outfit

#PlayItLoud!

Hace ya algún tiempo os hable de mis ‘por qué sí’ y ‘por qué no’ en el universo Egoblogger y, a modo de terapia para suplir mi no rotundo a ponerme delante de una cámara y posar, así como natural, os presenté a mi Álter-Egoblogger. Pues bien, con la llegada del buen tiempo, a esta señorita se le han vuelto a despertar las ganas de salir a dar un paseo y me ha pedido que la ponga bien guapa y le dedique un post. Así que allá vamos.

Mi outfit ideal para un día de verano incluye un vestido fresquito sí o sí. No se me ocurre nada más fácil y cómodo para lidiar con esa franja de entre treinta y cuarenta grados que nos regala la estación estival por estos lares del sur. Si la prenda en cuestión es amplia y sueltecita, mejor que mejor, libertad de movimiento y de respiración, gracias.

Si tengo que elegir un estampado, sin duda me quedo con las rayas. Adoro la ropa a rayas y cada vez que voy de compras (cosa poco frecuente últimamente), vuelvo a casa con al menos una prenda de éstas. Si no fuera porque el sentido común me frena, mi armario estaría íntegramente compuesto por ropa a rayas, y no estoy exagerando (bueno, un poquitín sólo). Para el verano, aparcaríamos un poco las clásicas negras y azul marinas para lucir otras de colores más alegres.

En los pies, unas cuñas de esparto, la única forma no dolorosa de regalarme unos cuantos centímetros de estatura. ¿Por qué no podrán todos los tacones preciosos y maravillosos del mundo ser igual de cómodos que unas simples cuñas de esparto? Por regla general, mi yo verdadero se pasa el verano en sandalias planas (la comodidad es mi religión), pero las cuñas son una opción bien bonita y socorrida para esos días en los que una quiere arreglarse un pelín más. ¡Larga vida al esparto!

El bolso, que sea amplio y tenga asas bien largas, para que me quepan todos los básicos imprescindibles y poder llevarlo colgado del brazo. Mira que hay clutches que me enamoran, pero es que después de la primera media hora, yo ya no quiero llevarlo más en la mano, y aunque casi todos traen la opción de ponerle la cadenita, pues algunos como que pierden un poco.

Y por último, hablemos de maquillaje y peinado. Algo cómodo que no implique tener que utilizar la plancha con estos calores. Me chiflan las trenzas, sólo que tengo muy, pero que muy poco arte para hacérmelas, por lo que al final siempre acabo con un moño despeinado. Prometo practicar. Y para la cara, polvos ligeritos, colorete y labios rosas. Para el día a día no quiero nada más (yo soy muy de ir con efecto «cara lavá»).

Ahora os toca a vosotras (los chicos también pueden participar si quieren, ojo), ¿me contáis cuáles son vuestros básicos diarios y algún truquito de belleza?

¡Que paséis un buen fin de semana!

fin post-

¡Tela marinera! Decora tus propias zapatillas

#PlayItLoud!

Llevaba ya un montón de tiempo con el gusanillo de tunearme alguna prenda. Unos vaqueros, una camiseta, una tote bag o unos zapatos, por qué no. La semana pasada, en una de mis visitas esporádicas, pero fructuosas al Lidl, me topé con unas zapatillas blancas la mar de baratitas (creo recordar que alrededor de los seis o siete euros) y los ojos me hicieron chiribitas. Objetivo a la vista. Saliese bien o mal, mi intrusión en el mundo textil estaba a punto de comenzar.

Zapatillas print anclas DIY

Para esta primera vez, he utilizado una tinta azul permanente para múltiples superficies de The Yellow Owl Workshop que tenía en casa, y he tirado de maña y pulso para fabricar mi propia sellito. Últimamente tengo un poco de fijación mental con las anclas, así que este fue el motivo que elegí para mi gran aventura. Como quería que fuese pequeñito, me costó lo suyo dar con el definitivo (la vencida fue a la tercera), pero al final lo conseguí. El dibujo se veía nítido y sin bocados en las líneas, como me ocurrió con los primeros.

Zapatillas print anclas proceso

Y una vez preparados todos los materiales, a estampar. Empecé con mucho miedo, mojando el sello cinco veces antes de cada aplicación y esperando varios segundos antes de levantarlo del zapato, pero una vez te pones, acabas estampando cual notario, poseída y, en mi caso, con una cierta enajenación asimétrica transitoria. Pero mira, al menos conseguí no emborronarlos y si no te fijas demasiado, eres incapaz de percibir que, en cada zapatilla, el número de anclas por fila y su orientación van por libre.

Zapatillas print anclas DIY 2

 

Zapatillas print anclas DIY resultado 2

Zapatillas print anclas DIY final

Misión cumplida. Soy consciente de que puede que el señor Amancio no me llame de urgencia para pedirme que trabaje en su departamento de diseño, pero a mi fondo de armario zapatil le va a venir de perlas contar con este par de marineras para el periodo de entretiempo. Yo me lo he pasado bien y hasta me gusta el resultado. Primera, que no última. Habrá que seguir probando.

¡Feliz lunes!

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Mi Álter Egoblogger

Álter egoblogger

#PlayItLoud!

No os voy a mentir. De la misma forma que ver el previo de cualquier gala de cine o música me hace fantasear con desfilar por una alfombra roja, también es cierto que en más de una ocasión me he montado películas mentales acerca de cómo sería eso de ser una Egoblogger.

Vamos, ¿quién no se ha topado alguna vez con las fotos de una de ellas luciendo un look espectacular y se ha imaginado a sí misma, allí y ahora, siendo protagonista la escena? Tan bien peinada y maquillada, con los complementos perfectos a juego, sin que falte un detalle. Culpable. Yo lo he hecho.

Claro, que luego regreso a la realidad y me digo: y a dónde ibas a ir tú así vestida, a ver. Si yo soy tan pava para los cambios de estilo, que hasta la modificación más insignificante de mi aspecto me hace sentir como un bicho raro. Por ejemplo, yo nunca he usado gafas de sol. Pues cuando empecé a hacerlo me daba una vergüenza terrible e iba por la calle pensando, me van a mirar, se van a reír de  (por ir con gafas de sol, sí). Absurdo, ¿verdad? Pues así con muchas más cosas. Y mira que he vivido seis años en Londres y estoy curada de espanto, que allí cualquier calle es una pasarela que muestra en exclusiva las próximas tendencias.

Pero es que, por más que admire las combinaciones locas y originales en las demás, a mí calzarme unos taconazos con una falda de tul me haría sentir más como la loca del barrio que como Carrie Bradshaw. Y después está el tema de las fotos. Yo no sé poner cara de foto. Si alguien sostiene una cámara delante de mí por más de una centésima de segundo, mi sonrisa se convierte en una mueca falsa y nada fotogénica. Aunque en realidad, si lo piensas bien, debe ser un buen ejercicio de autoestima (y una buena forma de asegurarte de que tus retoños y los retoños de tus retoños tendrán la certeza de lo guapísima que has sido siempre, aunque ahora no nos de la gana de reconocerlo y siempre nos veamos fatal) . Quizás no estaría mal protagonizar un documental a lo Samanta Villar. 21 días como Egoblogger. Eso sí, con un armario nuevo, que ya te digo que tirando del mío, poco jugo sacaríamos.

Desvaríos e historias a parte, por éstas y otras cuantas cosas, yo no valdría para egoblogger. Eso sí, un ole por ellas, por levantar pasiones y alguna que otra ampolla. Y por quererse y sentirse guapas, que es lo que todas deberíamos estar haciendo. Egobloggers del mundo, tenéis todo mi respeto y admiración (y a veces un poquitín de mi envidia, para qué negarlo – lo identificada que se puede llegar a sentir una leyendo esta entrada de Moderna de Pueblo). Yo, mientras tanto y para quitarme la pelusa, le he pedido a mi Álter EgoBlogger que sea la imagen del post de hoy. Aún no he conseguido colarle el tul, pero, ¡mirad lo bien que posa! ¡Y con gafas de sol! (Maxi jersey visto aquí).

Y vosotras, ¿qué tal se os da esto del estilo y las mezclas imposibles?

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Mi alfombra roja particular

Alfombra roja Ilustraciones texturas

#PlayitLoud!

Es época de alfombras rojas. Los Globos de Oro, los Goya, los Bafta y los Oscar, que ya están ahí, a la vuelta la esquina. Yo no sé vosotros, pero a mí el desfile de celebrities sobre la aterciopelada pasarela siempre me ha hecho fantasear con convertirme, al menos por una noche, en una de ellas, a lo Cenicienta. Y que los diseñadores más glamurosos se peleen para que lleve sus marcas, y poder elegir un vestido preciosísimo, el más bonito, perfectamente combinado con un peinado trenzado, de esos que se ven por Pinterest y que pineas cual posesa en el tablero correspondiente.

Como soñar es gratis, al día siguiente aparecería en todos los rankings de revistas de moda y actualidad como la mejor vestida de la noche y, por qué no, como triunfadora en todos los premios a los que estuviese nominada. Purita envidia que me iban a tener Angelina y demás asiduas a la red carpet. Aunque, pensándolo bien, eso supondría tener que dar más de un discurso, y ya os he hablado yo de mi miedo escénico

Fantasías aparte, y dado que mi hada madrina aún no ha hecho acto de presencia, le he robado su varita mágica y he convertido en Cenicienta, lista para el baile, a mi yo de papel y pegamento. Vestida con un diseño de Craft & Music en azul apacible (o placid blue. Yo no tengo ni idea de moda, pero aquí dicen que es uno de los colores de la temporada), con flores en gris plata y cinturón de raso del mismo color.

Alfombra roja proceso Ilustraciones texturas

Para esta ilustración con texturas (también podéis ver la que hice para Marisa, de Kraft Croch, en la I Edición de la Amiga Invencible aquí) he utilizado unos papeles preciosos de la India (muy bien elegidos por Elena) que guardo como un tesoro y que aún no había usado en ningún proyecto, y éste ha sido el resultado.

Alfombra roja 2 ilustraciones texturas

Alfombra roja 4  ilustraciones texturas

Aumentamos el zoom de la cámara, que se vea bien el peinado. ;)

Alfombra roja 3 ilustraciones texturas

Mientras tanto, aquí la menda de carne y hueso suele desfilar en vaqueros, converse y roete mal hecho por la alfombra roja más importante del mundo: la de mi vida. Donde los premios no se anuncian a bombo y platillo ni abarcan portadas y titulares. Se disfrutan de forma más íntima y no requieren interpretaciones magistrales, sólo amor del bueno. Lo mejor de todo es que puedes recibirlos en cualquier momento, sin previo aviso ni nominados que puedan arrebatártelos. Reírme a carcajadas con mis amigos, hacer el tonto con mis hermanos, como si no hubiésemos crecido, salir de compras con mi madre y de cañas con mis padres, cocinar una nueva receta y que me salga muy rica (aquí se requiere el «¡ummmm!» de, al menos, una segunda persona). Y haber cazado a mi señor Wayne, que sabe decirme las cosas que necesito oír, hasta cuando no quiero escucharlas, y me prepara la cena sin rechistar cuando a las once de la noche aún no he acabado el post de mañana.

Así que ya sabéis, fantasear es gratis y a veces necesario, pero sólo vosotros sois los protagonistas de vuestra alfombra roja particular, y esa tiene premio seguro.

¡Hasta el viernes!

fin post-