Es época de alfombras rojas. Los Globos de Oro, los Goya, los Bafta y los Oscar, que ya están ahí, a la vuelta la esquina. Yo no sé vosotros, pero a mí el desfile de celebrities sobre la aterciopelada pasarela siempre me ha hecho fantasear con convertirme, al menos por una noche, en una de ellas, a lo Cenicienta. Y que los diseñadores más glamurosos se peleen para que lleve sus marcas, y poder elegir un vestido preciosísimo, el más bonito, perfectamente combinado con un peinado trenzado, de esos que se ven por Pinterest y que pineas cual posesa en el tablero correspondiente.
Como soñar es gratis, al día siguiente aparecería en todos los rankings de revistas de moda y actualidad como la mejor vestida de la noche y, por qué no, como triunfadora en todos los premios a los que estuviese nominada. Purita envidia que me iban a tener Angelina y demás asiduas a la red carpet. Aunque, pensándolo bien, eso supondría tener que dar más de un discurso, y ya os he hablado yo de mi miedo escénico…
Fantasías aparte, y dado que mi hada madrina aún no ha hecho acto de presencia, le he robado su varita mágica y he convertido en Cenicienta, lista para el baile, a mi yo de papel y pegamento. Vestida con un diseño de Craft & Music en azul apacible (o placid blue. Yo no tengo ni idea de moda, pero aquí dicen que es uno de los colores de la temporada), con flores en gris plata y cinturón de raso del mismo color.
Para esta ilustración con texturas (también podéis ver la que hice para Marisa, de Kraft Croch, en la I Edición de la Amiga Invencible aquí) he utilizado unos papeles preciosos de la India (muy bien elegidos por Elena) que guardo como un tesoro y que aún no había usado en ningún proyecto, y éste ha sido el resultado.
Aumentamos el zoom de la cámara, que se vea bien el peinado. ;)
Mientras tanto, aquí la menda de carne y hueso suele desfilar en vaqueros, converse y roete mal hecho por la alfombra roja más importante del mundo: la de mi vida. Donde los premios no se anuncian a bombo y platillo ni abarcan portadas y titulares. Se disfrutan de forma más íntima y no requieren interpretaciones magistrales, sólo amor del bueno. Lo mejor de todo es que puedes recibirlos en cualquier momento, sin previo aviso ni nominados que puedan arrebatártelos. Reírme a carcajadas con mis amigos, hacer el tonto con mis hermanos, como si no hubiésemos crecido, salir de compras con mi madre y de cañas con mis padres, cocinar una nueva receta y que me salga muy rica (aquí se requiere el «¡ummmm!» de, al menos, una segunda persona). Y haber cazado a mi señor Wayne, que sabe decirme las cosas que necesito oír, hasta cuando no quiero escucharlas, y me prepara la cena sin rechistar cuando a las once de la noche aún no he acabado el post de mañana.
Así que ya sabéis, fantasear es gratis y a veces necesario, pero sólo vosotros sois los protagonistas de vuestra alfombra roja particular, y esa tiene premio seguro.
¡Hasta el viernes!