
#PlayItLoud!
Último lunes de agosto, muchos andaréis de vacaciones y otros tantos regresando lentamente a la rutina (¡ánimo!). Por si el primer día de la semana se os hace pesado, yo os regalo dos fórmulas mágicas para cambiar esto (aunque, ojo, para que funcione tendréis que poner de vuestra parte): la primera requiere pintarle una sonrisa al lunes, y la segunda incluye un poquitín de café. Una vez superado esto, vamos con el tema de hoy.
Para empezar el día de buen humor, he pensado en contaros algunas de las cosas que, a lo largo de mi vida, me han dado miedo. La lista verdadera es interminable, porque soy una miedica patológica, pero hoy os dejo un puñado de esos miedos un tanto absurdos y poco racionales que, aún así, nos atacan con más frecuencia de la que quisiéramos… ¡Empezamos!
1. Dormir con la luz apagada. Éste es uno de los que peor llevé de pequeña. Como en casa era la única niña, mis hermanos compartían habitación y a mí me tocaba dormir sola, cosa genial, por lo general, porque yo tenía mi propio cuarto rosa y podía encerrarme sola en él siempre que quisiera, pero a la hora de dormir era una pesadilla. Más de una y dos veces me ha sacado mi madre de la habitación de los chicos, y confieso que hasta los doce o trece años estuve durmiendo con una luz chiquitita, hasta que mis padres dijeron basta. ¿Superado? Mmmmm, sólo si duermo acompañada (también ayuda quedarme dormida antes que la otra persona…).
2. Los fantasmas. A mí todo lo paranormal me da auténtico pavor. Mis miedos se remontan a aquellos corrillos que hacíamos de niños en los que se contaban historias como la de la niña de la curva o las mil versiones de las de casas encantadas. Cuando alguien me cuenta alguna historia de este estilo, me caen lagrimones (sin exagerar). No niego que al mismo tiempo me creen esa sensación de querer saber más, pero intento evitarlas, porque después, si me quedo sola, lo paso muy mal. Así que a mí, los fantasmas, ni aunque se parecieran al de aquí abajo…

3. Dormir con la pierna fuera. Esa maldita leyenda que cuenta que si sacas la pierna de la cama algo/alguien vendrá y te la cortará. Recuerdo que lo pasaba especialmente cuando iba a las colonias infantiles, donde esa cosa que amputaba tu extremidad era una monja que, según decían, se paseaba por los pasillos de noche… ¡Niños! Afortunadamente, este es uno de los miedos que estoy consiguiendo superar, creo que el calor de las noches malagueñas tiene mucho que ver con ello. Eso sí, de alguna forma he de estar en contacto con las sábanas, así que duermo semi-tapada aunque los termómetros superen los treinta grados.

4. La parte honda de la playa. Éste es un miedo que he ido desarrollando con los años, pero cuando voy a la playa, nunca paso de la zona donde hago pie. De pronto me invade un miedo paralizador, que me hace pensar que puede haber algo que me ataque, como un tiburón, y no me dé tiempo a reaccionar, a poner los pies en la arena y salir corriendo. Ya sé que no hay muchas probabilidades de que un bicho de éstos quiera acercarse a la orilla de las playas malagueñas, pero bueno… Ya dije que eran miedos irracionales.

5. Las películas de miedo. Nunca, pero nunca, nunca, nunca podría ver una película de miedo sola. Tampoco pediría a nadie que la viera conmigo. Únicamente veo películas de terror si estoy con alguien a quien le gustan y me convence. ¡Ah!, y si no voy a dormir sola en muchas noches… Cuando fui al cine a ver El sexto sentido, me tiré tres o cuatro noches durmiendo en la habitación de mi hermano, y después de ver Los Otros, pasé una noche entera sin pegar ojo, con las luces encendidas y sin saber qué narices hacer con las cortinas.

6. Los políticos. Sí, habéis leido bien, los políticos. Inicialmente había pensado en incluir en esta lista a algún villano, pero resulta que para mí no hay villanos peores que esos que tienen el poder de decidir por nosotros, pero pensando en ellos. ¿No son acaso vampiros que nos chupan la sangre y viven en castillos? Vamos, que a mí Drácula me da menos miedo que ellos. Reconozco que tienden a provocarme más odio y repulsión que otra cosa, pero el miedo también está ahí, no lo voy a negar…

Y esto es todo por hoy, que para ser lunes no está mal. Ahora os toca a vosotros, ¿0s atrevéis a contarme cuáles son esos miedos irracionales que os acompañan y de los que os cuesta deshaceros? Seguro que reírnos juntos de ellos nos sienta la mar de bien.
¡Feliz lunes!

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