Principes y ranas

Besa a la rana.001

*Play it Loud!

¡Oh, el amor! Ese sentimiento del que todos nos creemos maestros. Sobre el que todos lanzamos afirmaciones y negaciones, de forma categórica y como si fuésemos poseedores de la verdad absoluta. Hayamos vivido una historia de amor tórrida o tres romances tranquilos, el amor es algo que cada uno cree conocer muy bien. Lo idealizamos, nos inventamos, sin darnos mucha cuenta, al ser amado, y no hablo de sus rasgos físicos, sino de cómo habrá de ser. Cuáles serán sus gustos, dónde iremos a pasar las vacaciones, qué cosas bonitas me dirá.

Somos la princesa de nuestro cuento de hadas particular, pero a veces damos muchas vueltas, demasiadas, buscando al caballero de sangre azul, ese que camina por el mundo a lomos de su caballo blanco. Y, ¿sabéis que os digo? Que yo creo que no existe. Es imposible que exista, porque tampoco yo soy la princesa perfecta de los cuentos, toda virtudes y ningún defecto, más allá de los maleficios lanzados por una madrastra envidiosa. Yo tengo días malos porque sí, me enfado sin tener razón o digo cosas inapropiadas sin venir a cuento. Me saco de la nada un dramón del quince y me monto películas ganadoras de varios Óscar.

Me temo que la vida no es el cuento de la Bella Durmiente. Más bien es el de la Princesa y la Rana. Y puede que al besarla, tampoco se convierta en un príncipe, pero igual nuestra corona de princesa no es más que atrezo del chino del barrio. Y aún así, es posible encontrar a La Rana, esa que nos hará suspirar de amor y sentirnos protagonistas del cuento de hadas más bonito que jamás se haya escrito. Pero también habrá ocasiones en las que queramos mandarla de vuelta a la charca (y otras muchas en las que sea la princesa quien se merezca salir a tomar viento).

Y, ya veis, que yo no he hecho más que eso que os contaba al principio, elaborar mi teoría sobre el amor, como si yo tuviese un máster en ciencias amorosas. En estos terrenos fangosos, por más que hayamos vivido, siempre estaremos en pañales. Pero como hoy soy yo quien escribe el cuento, os dejo con mi final: si la rana os mola, dejad de buscar al príncipe azul (que ese siempre sale rana).

¡Feliz fin de semana!

fin post-

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