Después de disfrutar de la Semana Santa más soleada que alcanzo a recordar (con el traspiés del chaparrón que cayó ayer domingo), hoy me apetecía traer un poquito de primavera al blog. Confieso que me encantaría tener un balcón llenito de flores y algunas plantas interiores en casa, que le den alegría, color y vida, pero aunque me lo proponga y re-proponga, mi historia de amor con las macetas nunca llega a buen puerto. Mi preciosa menta fresca enseña tímida una nueva ramita verde, después de haberle prestado poca atención estas últimas semanas de sol continuo. Yo prometo no rendirme y algún día os contaré que tengo gitanillas en la terraza y hasta un poto en el salón, ya veréis.
Pero ahora, centrémonos, que soy de perderme con facilidad. Como buena crafter con espíritu diogenero, una de las cosas de las que nunca me deshago es de los tarros de conservas de cristal. Me niego a tirarlos porque les veo un millón de posibilidades y, sin embargo, hasta ahora, no había conseguido más que apilarlos en un rincón de la cocina. Así que estos días por fin me puse manos a la obra y decidí convertir a un par de ellos en jarrones bonitos que le den un toque de primavera a mi casa.
Cierto es que las flores son tan preciosas, que ya decoran por sí solas, aunque las coloques en un vaso duralex, pero las cosas hay que hacerlas bien, así que le di a cada una el recipiente que se merecían. Os explico un poco el proceso.
Como veis, los materiales que yo usé son bastante sencillos (aunque podéis hacerlo con lo que a vosotros os apetezca): pintura de uñas de varios colores, lazos, cinta de bolillo, washitape y un par de troqueladoras. Además, aproveché un poco de papel pegatina que me había sobrado de un proyecto anterior (aquí no se tira nada) para usarlo de plantilla, como podéis ver en las fotos. Se trata únicamente de echarle imaginación y combinar los elementos y colores a vuestro gusto. Manualidad al alcance de todos los públicos y de dificultad cero.
Dado que los pasos a dar los fui decidiendo sobre la marcha, inicialmente troquelé sólo una línea del papel pegatina, pero después decidí repetir la secuencia en todo el tarro, así que hice algunas más hasta llegar casi abajo.
Un poco de washi tape en la boca de la botella y la cinta de bolillo, que además de darle un toque bien bonito, cubre las arrugas que la rosca había dejado en el washi tape.
Misión convertir–botella–en–jarrón superada. Ahora vamos con el segundo…
A éste quise darle un toque más fresco, así que elegí el verde y el amarillo y decidí salpicar el tarro de florecillas de ambos colores. Ya veis que el proceso es similar: colocar las pegatinas y aplicar una buena capa de pintauñas. Os recomiendo tener mucha paciencia y dejar secar del todo, ya que, si lo quitas antes, el dibujo se puede emborronar.
Como toque final, escondí la rosca con un lazo de flores verdes y un poco de cuerda fina. Este fue el resultado.
Y el último y mejor de los pasos. Llenar de agua, colocar las flores y jarrones listos para darle alegría hasta al más triste de los rincones.
¿Qué os parece? ¿Os animáis a darle una segunda vida a algunos de esos tarros de cristal que seguro tenéis por casa?
¡Pasad un gran día y que la vuelta a la rutina os sea leve!