Esto se me ha ido de las manos. Pero imaginad lo que supone para una indecisa crónica como yo elaborar un post de viajes, con más de mil doscientas fotos entre las que elegir. A veces echo de menos los tiempos analógicos, en los que solíamos comprar como mucho un par de cámaras desechables de esas de treinta y seis fotos. Ahora viajamos con una réflex y dos smartphones de los que invitan a fotografiar a cada paso que das. Y claro, es muy fácil perderse.
Tal y como prometí la semana pasada, hoy lunes vuelvo con la segunda parte de nuestro tour por Asturias y Cantabria para invitaros a pasear por algunos de sus pueblos y ciudades, que son para perderse y no querer volver. Tendemos a pensar que para ver sitios preciosos hay que cruzar fronteras y saltar charcos, pero os prometo que éstos son algunos de los lugares más preciosos que he visto en mi vida. Así que si os apetece viajar un rato con la mente, poneos cómodos, que arrancamos (y hay fotos para aburrir disfrutar).
Cudillero y el síndrome de Sthendal que aún sufro cuando lo recuerdo.
Gijón es alegría, bullicio y color.
Espinaredo, ese lugar donde escaparía del mundo al menos un mes al año (¿dónde hay que firmar?).
Oviedo es amplia, señorial y elegante.
Lastres y todas sus calles con vistas al mar.
El Santuario de Covadonga y la magia excavada en la roca.
Santander es mar, luz y paseos sin fin.
San Vicente de la Barquera (tenía razones Bustamante para promocionarlo a bombo y platillo).
Santillana del Mar, que no es santa, ni llana, ni tiene mar, pero es de cuento. Uno de esos rincones mágicos donde quisieras quedarte a vivir.
Y sus playas infinitas,
vírgenes,
salvajes…
Poco más puedo añadir. Espero haber conseguido espantar un poquito esa sensación de lunes que con frecuencia nos invade y, por qué no, hasta animaros a planear una posible escapada a estas tierras tan maravillosas.
¿Qué os parece? ¿Preparamos la hucha?
¡A por el lunes!