Ayer se celebró el inicio del Año Nuevo chino, que este año tiene su representación en la Cabra. Según el calendario chino, en esta cultura los nacidos en mi año (el mismo que Naranjito) estamos bajo el signo del Perro, pero la verdad es que a mí siempre me ha gustado más ser el León del horóscopo Occidental. Y es que pocos pueden hacerle sombra al Rey de la Selva.
No soy una loca de los horóscopos y tengo poca idea acerca del tema de los ascendentes y las compatibilidades entre signos, más allá de lo que te cuentan fuentes poco fiables como la sección relevante de la revista de turno, pero tiene gracia cómo desde pequeños, creamos o no en esto de la astrología, aprendemos a asociar las características de nuestro signo a comportamientos de nuestra vida diaria. De esta forma, yo siempre me he sentido identificada con los Leo al considerarme, entre otras cosas, una persona generosa, creativa y apasionada, aunque también un poco orgullosa, con algún que otro pronto de mal genio y ciertos episodios de Drama Queen (leves, nada desorbitado).
Si todo esto tiene una relación directa con mi signo o no son más que rasgos de la personalidad que se manifiestan en cada uno de nosotros en mayor o menor medida es algo que desconozco, pero reconozco que siempre me ha divertido abrir un periódico o revista por la sección de horóscopos y leer qué se supone que te deparará la semana. Leer el tuyo y preguntarle a los demás por su signos para hacerles partícipes del juego. Tampoco negaré que más de una y de dos veces he creído encontrar la relación entre lo que me contaban y lo que venía sucediendo.
También recuerdo aquellos años adolescentes de pajaritos en la cabeza, en los que devoraba el horóscopo de la SuperPop, creyendo a pies juntillas lo que me contaban en la sección de amor y consultando la compatibilidad entre mi signo y el del objeto de mis suspiros según la época. Y un marco de fotos pequeñín que mi madre me compro de niña, en el que podían leerse algunos rasgos comunes de los Leo, y que aún hoy ocupa su rinconcito en la estantería de mi habitación en casa de mis padres.
Y son todas estas cosas las que al final hacen que le tengas cierto cariño a tu signo y lo asumas como algo tuyo, un dato asociado a tu nacimiento y una explicación a por qué eres idealista y sensible o todo lo contrario.
¿Os pasa a vosotros? ¿Os sentís identicados con vuestro signo? Si os apetece, ya sabéis que podéis contarme si vosotros también leíais vuestro horóscopo de principio a fin en busca de una señal que te dejara ver que el más guapo del cole te correspondía o te diera esperanzas de que tu principe azul estaba bien cerca de doblar tu esquina.
¡Que paséis un fin de semana genial!