Ya sé que no hace mucho publiqué una entrada con una receta de tarta de queso y limón (podéis verla aquí), pero es que me gustan tantísimo las cheesecakes y hay tantas variedades (aunque incluyan los mismos sabores), que no puedo resistirme a volver a la carga con una nueva. Creo que la de hoy es mi favorita, por lo extremadamente fácil que es, por su sabor fresco y nada empalagoso y por su textura suave y cremosa. De nuevo prescindimos del horno, y sólo hacen falta unas cuantas horas de frigo para tenerla lista.
Amantes de lo dulce, el queso y los cítricos. ¿Os hace un ratito (muy chico) en los fogones?
- Dificultad: -10
- Preparación: 30 minutos (si sois raudos y veloces, incluso menos).
Estas últimas semanas ando como las niñas pequeñas con las acuarelas, así que para hacer el proceso un poquitín más artístico, le he dado a los lápices y el pincel y he dibujado a mano la receta. La verdad es que me gusta bastante cómo ha quedado, tanto que quizás me anime a fabricarme mi propio recetario ilustrado. No sé a vosotros, pero a mí verlos así con dibujitos hasta me da más ganas de cocinar.
Ingredientes:
- 1 tarrina de queso en crema (Philadelphia o similares) de entre 250 y 300 gr (yo acabé usando una de 270 gr)
- 2 bricks de nata para cocinar de 250 gr (en el Mercadona venden uno de 500 gr que va genial)
- 1 sobre de gelatina de limón (si os gusta este sabor, aunque también podéis usarla neutra)
- 1 paquete de galletas María o digestivas
- Unos 80 gramos de mantequilla
- 6 cucharadas de azúcar
- Mermelada al gusto (yo usé de arándanos, que me encanta)
Preparación:
- Trituramos muy bien las galletas (si tenemos picadora tardaremos 10 segundos, aunque también puede hacerse a mano) y las mezclamos con la mantequilla derretida, moviendo bien hasta toda la galleta esté húmeda.
- Cubrimos el fondo del molde con la galleta, aplastando bien la masa con una espátula para que quede liso y uniforme. Reservamos en el frigorífico.
- En un cazo a fuego bajo mezclamos la nata, el sobre de gelatina y el azúcar y movemos hasta que las dos últimas se diluyan bien, controlando el fuego para que no llegue a hervir.
- Retiramos del fuego y aprovechamos el calor para añadir la crema de queso. Removemos muy bien, asegurándonos de que no quedan grumos (yo añadí un poco de ralladura de limón para darle aún más sabor a cítrico, esto es totalmente opcional).
- Vertemos la mezcla en el molde, sobre las galletas y llevamos de nuevo a la nevera para que solidifique, al menos unas cuatro o cinco horas.
¡Y listo! Transcurrido este tiempo no nos queda más que desmoldar, servir y disfrutar de ella ya sea en desayuno, postre o merienda. Está realmente deliciosa y es tan sencilla que apenas hay margen de error, por muy novatos que algunos podáis consideraros en la cocina.
Hasta aquí la segunda entrega de las tartas de queso, aunque dudo mucho que sea la última. Eso sí, para la próxima intentaré cambiar el limón por algún otro ingrediente, a ver qué se me ocurre…
Que paséis un gran día y, si os ha gustado, dejadme un comentario aquí, que ya sabéis que me hace muy feliz leeros.
¡Hasta el miércoles!