¿Qué os parece si le vamos dando carpetazo a lunes? Sí, a estas buenas y tempranas horas, ¿por qué no? Si los comienzos de semana os traen abajo, qué mejor que escaparnos lejos, a lugares fantásticos donde nuestras preocupaciones y agobios se multipliquen por cero. Así nos sentimos mi Señor Wayne y yo en nuestras últimas vacaciones, ocho días en los que nos recorrimos Asturias y Cantabria de punta a punta (y aún nos quedó tanto por ver). Os invito a que os unáis a la aventura y compartáis con nosotros algunos de los momentos que atesoramos en imágenes y en recuerdos imborrables. ¡Subid, que aún queda hueco para alguno más! :)
Dividiremos el viaje en dos entregas. Quería intentar resumirlo todo en un post, pero he fracasado por completo en esa tarea de la concisión que tan mal se me ha dado siempre. Pero creedme, aquí más es más, por eso, cuantas más fotos veáis, más ganas tendréis de conocer la zona, si aún no lo habéis hecho. Y quienes ya habéis estado por allí, no me digáis que no os dan ganas de repetir.
Vamos con la primera parte. Si estáis listos, empezamos…
¡Pies para qué os quiero! Porque ellos marcan el camino y nos llevan a lugares desconocidos y únicos, se merecen una y mil fotos. ¡Arriba el piestureo! Reivindiquemos su derecho a ser el objetivo de la instantánea. Aquí hundimos los pies en las playas de Prellezo y Suances y sigo las conchas que marcan el Camino de Santiago (ésta, en Gijón).
Me encantan las estatuas, pero no las de museos y palacios, sino las callejeras. Esas a las que a veces tienes que acercarte bien para saber si de verdad lo son (no, ninguno de esos niños es de carne y hueso) y a las que puedes capturar en mil y una perspectivas, sabiendo usar cualquier elemento que las rodean (calles, edificios, personas) para que den lo mejor de sí y casi lleguen a hablar, por muy congeladas que estén sus poses. Imágenes captadas en Santander, Covadonga, Oviedo y Suances.
Y si el camino da hambre. Nos paramos a comer, no se hable más. La gastronomía del Norte tiene mucho de lo que presumir, desde sus famosas fabes, hasta sus arroces marineros a pie de playa. Todo bien regado por una sidrina rica y fresquita o un par de cañas (que se disfrutan igual en el Norte, en el Sur y en la Luna). Además, os regalo algunas recomendaciones. Si pasáis por Oviedo, parad en Ca’Suso, donde cualquier plato de su menú os dejará con ganas de más. Disfrutad de un buen arroz en el restaurante La Playa, en Tazones. Y si andáis por Santander un día de sol, pedid una buena ración de pinchos en la terraza de Casa Lita.
Y terminamos con los Lagos de Covadonga, situados en los Picos de Europa. Para llegar hay que subir, y subir, y subir con el coche (con cuidado de no coger las curvas muy ligeros, si no queremos despeñarnos, ni de atropellar a ninguna de sus preciosas vaques, ya que ellas se saben dueñas y señoras del lugar, y el camino también es suyo), pero llegar a lo más alto bien merece la pena, y es que puedes encontrarte con que el cielo se refleja en el suelo y el verde que te rodea se extiende hasta el infinito. Creedme, es brutal (y a parte eso, te sientes un poco como si estuvieses a punto de protagonizar un anuncio de Central Lechera Asturiana, y hasta eso mola).
En la segunda entrega, podréis acompañarnos a visitar algunos pueblecitos preciosos y lugares bien emblemáticos. Pero eso lo dejamos para la semana que viene. ¿Qué os parece si repetimos el próximo lunes y así nos volvemos a escapar?
Os espero como siempre el miércoles, que tengo preparado algo especial. Y ya que pasáis por aquí, ¡comentad! Es gratis y a mí me ayuda a crecer y a mejorar.