Por si alguien aún no se ha enterado (lo cual sólo sería posible tras despertar de un coma profundo y no tener un calendario a mano… ni acceso a twitter), hoy es el día de los Enamorados. A modo pronóstico del tiempo, se prevén lluvias de corazones y vientos fuertes de romanticismo. Alerta roja, señores (rojo amor), por lo que se recomienda a los alérgicos a estos aires que desactiven la conexión wifi y el 3G del móvil y eviten pulular por las redes sociales hasta mañana sábado (aún entonces habrá posibilidad de chubascos fuertes o moderados).
El señor San Valentín es de esos a quienes se ama o se odia. Lo tachan de comercial, de gancho de las grandes superficies comerciales, que ávidas de dinero nos atraen con sus anuncios para quedarse con los pocos eurillos que venimos ganando en los últimos tiempos (aunque, ¿soy yo, o este año no ha habido demasiada campaña televisiva enfocada a este día? No es que yo pase demasiadas horas delante de la caja tonta, pero es que desde Navidad yo no hago más que ver anuncios de medicamentos contra la gripe). Y sin embargo, la wikipedia, que todo lo sabe, nos cuenta que este buen hombre vivió allá por el siglo III en Roma y que casaba en secreto a jóvenes soldados, en servicio activo, con sus enamoradas, cosa que estaba absolutamente prohibida en aquella época (aunque eso de las prohibiciones vuelve a estar a la orden del día…).
Independientemente de que os encante u os horrorice, yo os deseo desde aquí un feliz día del amor. Y es que, ¿quién puede levantar la mano para decir que nunca ha estado enamorado? Esto, amigos, es una fuerza de la que nadie se escapa. Porque hay amor en todo lo que nos rodea (no, no cierres la página, que no me estoy poniendo modo ñoña total, dame un minuto). Ni existe un único tipo de amor, ni este día es patrimonio de novios y matrimonios. La vida es para enamorarse mucho, de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestras mascotas, de nuestros trabajos (esto debería ser un derecho universal), de nuestras series favoritas, de las películas que te dejan sin aliento, de la música, del arte, de las mañanas de domingo, de las meriendas cenas. Porque no hay nada mejor que apasionarse por la vida, aunque duela y nos rompa el corazón en demasiadas ocasiones.
Y por eso yo hoy celebro San Valentín. Por eso y porque todo lo que sea celebrar algo a mí me parece de lo más sano y divertido. Y, además, es viernes. Así que os animo a hacer lo mismo, celebrad el amor, en todas sus formas y colores. Sonreídle a la vida. Sed felices. Y a las grandes superficies, ni agua. Si tenéis que hacer un regalo, ¡apostad por lo hecho a mano!
Feliz fin de semana (y dadle al *play: Ama, ama y ensancha el alma).
PD. Podéis encontrar la receta del bizcocho de chocolate de la foto el el precioso blog Bleubird (os puedo asegurar que está riquísimo).